La boca bien abierta en la frontera de los sentidos
-casi dolor azul-
acapara todo lo que no se oye ni razona
salvo el antiguo eco inconcluso y migratorio
hoy susurro penitente
de un nombre cualquiera perdido bajo la piel
cicatrizando la memoria de los cuerpos minerales
recogiendo pequeñas semillas carbonizadas.
Tiembla y seduce.
Todos tenemos un nombre que es una penitencia. Sobre todo si se oculta bajo la piel, ha de ser difícil de expulsar...Un saludo
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