Sirena
Hay una calma nueva, extraña y pegajosa que se mueve lentamente de un sitio para otro que no me permite ver lo que tú ves ni sentir lo que tú sientes ahora, como una pareja incómoda y gastada o un viaje absurdo a ninguna parte. Las flores huelen a pensamientos repetidos más de un millón de veces masticados, entre la vida agitada que nos persigue y tus maravillosas costumbres de sirena soñadora, habitante ocasional del barco azul y negro permanentemente varado en la playa y capitaneado por la incertidumbre y el deseo. Una insólita civilización por descubrir con las manos a través de las ingrávidas lagunas de tus inmensos ojos verdes.