Sirena


Hay una calma nueva, extraña y pegajosa


que se mueve lentamente de un sitio para otro

que no me permite ver lo que tú ves

    ni sentir lo que tú sientes ahora,

    como una pareja incómoda y gastada

    o un viaje absurdo a ninguna parte. 


    Las flores huelen a pensamientos repetidos


    más de un millón de veces masticados, 

    entre la vida agitada que nos persigue

    y tus maravillosas costumbres de sirena soñadora,

    habitante ocasional del barco azul y negro

    permanentemente varado en la playa

    y capitaneado por la incertidumbre y el deseo. 


Una insólita civilización por descubrir con las manos


a través de las ingrávidas lagunas de tus inmensos ojos verdes.




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