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Mostrando entradas de febrero, 2012
Hay días impares devorados por el calendario en los que descubres tantas cosas nuevas por todas las esquinas -o que al menos flotaban entre nosotros desmayados y rebeldes- que tapas los ojos del resto de la gente con todas tus manos manchadas a conciencia y aguantas el grito que es duda hasta el momento en que pierdes tu condición y nada se mueve ni se oye ni respira.