Trago la sed trago la boca prisionera de mis ojos infestados de animales vagabundos y extraños como el reverso de la niebla. Resucítame con frío. Nada en medio de la vida partida.
Hay días impares devorados por el calendario en los que descubres tantas cosas nuevas por todas las esquinas -o que al menos flotaban entre nosotros desmayados y rebeldes- que tapas los ojos del resto de la gente con todas tus manos manchadas a conciencia y aguantas el grito que es duda hasta el momento en que pierdes tu condición y nada se mueve ni se oye ni respira.
Quizás los restos vencidos, hablan, miran, oyen y no necesitan ser encontradas
ResponderEliminarUn beso y Feliz Navidad!